Y, sin embargo, se trata de un mandamiento nuevo, en cuanto que se realiza en Cristo y en vosotros; porque las tinieblas van pasando y ya alumbra la luz verdadera. (1 Juan 2:8)

Como vimos en el anterior post el concepto de prójimo era muy restringido en los tiempos de Jesús. Para que te considerara mi prójimo no solamente debías de ser judío, sino pensar como yo y ver la religión y la vida del mismo. De lo contrario, no te consideraba prójimo y no estaba obligado a amarte.

El mandamiento es nuevo porque el Maestro amplía el concepto de prójimo a todo ser humano sin excepción. Prueba de ello es que en el mismo quedan incluidos incluso nuestros enemigos. Jesús usó la parábola del buen samaritano para ilustrarlo de una manera genial y así responde a la capciosa pregunta del maestro de la ley acerca de quién era su prójimo.

En definitiva, todo ser humano es nuestro prójimo porque todos ellos, incluidos lo que nos caen mal, los que buscan nuestro mal, los que tienen teologías diferentes a las nuestras u opciones sexuales que nos desagradan y nos producen rechazo, hasta nuestros enemigos. Porque todos ellos son portadores de la imagen del Señor y, por tanto, se nos pide que nuestras relaciones con ellos estén basadas en el amor. Ahora bien ¿cómo podemos amar a alguien que nos quiere mal e incluso nos hace mal? Ese será el propósito del próximo post.

Pero ¿Qué significa para ti amar al prójimo?