En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.  (1 Juan 4:18)

Hay algo que se repite una y otra vez en la primera carta del apóstol Juan: Dios es amor. A la luz de esa repetida afirmación hemos de entender las palabras que encabezan esta entrada. El amor y el miedo a Dios son total y absolutamente incompatibles. En mi largo ejercicio pastoral me he relacionado con muchas personas que tienen miedo del Señor, que tienen una relación con Él basada en el desempeño. El amor del Padre no es para estas personas incondicional, es condicional y puede ser retirado en cualquier momento si no se cumplen las expectativas. 

Esa es una mentira, y ya sabemos quién es el padre de todas las mentiras, Satanás. Desde el principio su intención ha sido hacernos dudar del Señor y de sus intenciones hacia nosotros (repasa Génesis 3 y observa su estrategia) y parece ser que sigue consiguiéndolo y, por tanto, haciendo que muchos de los seguidores de Jesús vivan en una relación insegura con el Padre. Juan es claro, el amor echa fuera el miedo. Si todavía vives basado en el miedo es que no has entendido en su profundidad el amor del Padre, sigues creyéndote las mentiras de Satanás.

¿Está regida tu vida por el amor o por el miedo?