No os encariñéis con este mundo ni con lo que hay en él, porque el amor al Padre y el amor al mundo son incompatibles. (1 Juan 2:15)

La palabra mundo, cosmos en griego, fue evolucionando en su significado. Hubo un momento que designaba todo lo creado por Dios; de este modo la usa el propio apóstol en Juan 3:16. Pero, con el tiempo el término fue evolucionando hasta llegar a definir a todo un sistema de vida, de valores, prioridades, paradigmas y estilos de vida al margen del Señor y de su voluntad. Si lo vemos de esta manera podemos darnos cuenta que existen sociedades y culturas más o menos alineadas con la voluntad expresada por Dios, aunque no exista ninguna que en su totalidad lo haga. pues las culturas, como toda creación humana, están afectadas por el pecado. En definitiva, Juan nos pide que no nos dejemos encandilar y seducir por el mundo y su sistema alternativo de vida. No podemos evitar vivir en él, pero se nos insta a no amarlo.

¿Qué sería para ti amar al mundo?