Pedro, apóstol de Jesucristo, a los escogidos que viven como extranjeros. (1 Pedro 1:1)
La fotografía corresponde a la presentación de las credenciales del embajador de un país extranjero ante el rey de España. Al margen de lo anticuado que pueda parecer la ceremonia, transmite la importancia que el acto tenía. El embajador representaba a su país ante el país anfitrión.
Ciertamente somos extranjeros en este mundo, pero no de cualquier tipo. El apóstol Pablo en varias ocasiones nos recuerda que somos embajadores del Reino de Dios ante un mundo necesitado del Señor. Eso indica que somos extranjeros que estamos representando el Reino, su cultura y sus valores. Implica que nuestras conductas dan o quitan credibilidad a la entidad que representamos y pueden generar atracción o rechazo hacia el Reino.
No podemos desentendernos de la cultura que nos hospeda. Hemos de conocerla y respetarla. Hemos de valorar las cosas positivas que tiene y anhelar que los valores del Reino que representamos puedan redimir aquellas que son negativas. Porque nosotros, como embajadores, se supone que hemos de encarnar una forma alternativa y mejor de vivir.
¿Cuán buen embajador dirías que eres?