Por servir a la pasión se formó el hábito, y el hábito que no se resiste, al poco tiempo se vuelve necesidad. Por este tipo de enlaces... un yugo áspero me mantuvo bajo control. (San Agustín)

Llega un momento que en palabras de Jesús nos convertimos en esclavos del pecado, este tiene el poder de dictar nuestra conducta que se vuelve, con demasiada frecuencia incontrolable.

Sin duda, queremos salir de esa esclavitud, la entendemos racionalmente, somos conscientes del daño que nos genera a nosotros y probablemente a nuestras relaciones pero, volviendo a las palabras del Maestro, el espíritu está dispuesto pero... lamentablemente nuestra carne es débil y no puede resistir el embate de nuestra siguiente compulsión ¿Te resulta familiar?

No nos fuimos a dormir un día y nos levantamos esclavos del pecado. Fue ese efecto acumulativo, cultivado a lo largo de años que, tal y como indicaba San Agustín, acaban convirtiéndonos en personas que pierden el control sobre su cuerpo.

JM. Comer en su libro vivir sin mentiras añade: "desafortunadamente, es por eso que también es tan difícil dejar de pecar. Porque cada vez que sembramos para la carne (es decir, pecamos) creamos una vía en los surcos del cerebro y, desde allí, se comienza a formar nuestra memoria muscular hasta que terminamos directamente en la definición del Nuevo Testamento de esclavitud, lo que San Agustin llamó "las cadenas de la gratificación".

La disposición, la fuerza de voluntad, las promesas hechas una y otra vez no romperán esas cadenas, esos yugos. La estrategia debe ser diferente.

¿Cuál es tu estrategia?