Por eso, os digo que el reino de Dios se os quitará a vosotros y será entregado a un pueblo que produzca los frutos que corresponden al Reino. (Mateo 21:43)
Los jefes de los sacerdotes -nos dice Mateo- entendieron que Jesús hablaba de ellos. Pero ¿Y si también está hablando de nosotros? Hay un cierto paralelismo entre ellos y nosotros. Ambos nos sentimos moralmente superiores al resto de los mortales. Los juzgamos despiadadamente por sus estilos de vida contrarios a lo que Dios enseña. Estamos orgullosos de nuestra sana doctrina y... no siempre producimos los frutos que el Reino demanda, ni entre nosotros, ni hacia el prójimo.
El Nuevo Testamento una y otra vez enfatiza que la única garantía de un caminar cerca del Señor son los frutos, es decir, las conductas que esta produce. Por sus frutos los conoceréis afirma Jesús; quien también indica que no todo el que le dice Señor está alineado con Él. Finalmente, Pablo indica que hemos sido salvados para llevar fruto y Santiago indica que la evidencia de la fe es el fruto. Aún más, indica que la fe sin fruto es muerta y no sirve para nada.
En resumen, podría ser que estemos en una zona de falsa seguridad pensando que nuestra ortodoxia religiosa equivale a caminar con Dios. De nuevo, la única evidencia de ortodoxia son frutos en la vida cotidiana.
¿Cuán ortodoxo eres? ¿Cómo lo evidencian tus frutos?