Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y tocado con nuestras manos en relación con la Palabra de vida. (1 Juan 1:1)
Una de las primeras herejías que se generaron en la Iglesia Primitiva fue la negación de la humanidad de Jesús. Otra fue la negación de su divinidad; esta última mantiene su actualidad, podemos aceptar a Jesús como maestro de moral, pero de ahí a que sea Dios... Finalmente hay quienes lisa y llanamente niegan su existencia a pesar de toda la evidencia histórica. Sólo faltaría eso, que la realidad fuera a afectar mis prejuicios.
Lo cierto es que algo muy humano negar aquello que no podemos entender. Todo parece indicar que los destinatarios de la carta de Juan eran de trasfondo griego y para estas personas todo lo relacionado con el cuerpo era malo, sólo el alma, el espíritu, lo etéreo era bueno. Por tanto, que la divinidad hubiera tomado un cuerpo humano era inconcebible y además repugnante. Jesús debía de tener la apariencia de ser humano pero no serlo. Su humanidad era pura ilusión, no era real. Él no podía ser uno igual a nosotros. Sin embargo, la encarnación tiene muchísimas implicaciones para la forma en que los cristianos entendemos el mundo y la relación con Dios.
¿Cuáles son en tu opinión algunas de esas implicaciones?