Y no os emborrachéis, pues el vino conduce al libertinaje; llenaos, más bien, del Espíritu. (Efesios 5:18)

Hoy es el domingo de Pentecostés y la iglesia universal celebra la venida del Espíritu Santo tal y como aparece descrito en el segundo capítulo del libro de los Hechos. Es considerado también el comienzo de la iglesia. Por eso vale la pena recordar el mandamiento de Pablo de ser llenos del Espíritu.

Pablo contrapone el ser borracho con ser lleno del Espíritu. Tiene todo el sentido del mundo. Una persona borracha está bajo los efectos del alcohol. Está, por decirlo de alguna manera, bajo una fuerza que le supera y que produce en él/ella conductas que en su sano juicio nunca haría, que no le son en absoluto naturales. Puede ser que hayamos presenciado casos en que personas respetables se han deshinibido y actuado de forma vergonzosa.

Lo mismo sucede cuando una persona es llena del Espíritu. Una fuerza superior la controla y produce en ella conductas que no le son naturales. Porque, seamos sinceros, el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la bondad, la humildad y el dominio propio no nos salen de natural, son el producto de una fuerza superior a nosotros que genera conductas que nunca hubiéramos pensado que seríamos capaces de llevar a cabo.   Pablo viene a decir que quien te controla determina el tipo de conducta que se produce en ti. Deja, pues, que sea el Espíritu del Señor quien lo haga. 

Mañana, si Dios quiere, seguiremos hablando más del Espíritu. 

Observa tus conductas ¿Quién controla tu vida?