En efecto, la palabra de Dios es fuente de vida y de eficacia; es más cortante que espada de dos filos y penetra hasta dividir lo que el ser humano tiene de más íntimo, hasta llegar a lo más profundo de su ser, poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones. (Hebreos 4:12-13)
La Palabra del Señor es una increíble y poderosa herramienta para el seguidor de Jesús. Son muchos los efectos positivos que tiene sobre nuestras vidas, sin embargo, aquí el anónimo escritor del libro de los Hebreos pone de manifiesto la capacidad que tiene la Biblia de ayudarnos a conocernos a nosotros mismos.
Nuestras conductas externas son siempre el reflejo de lo que hay en nuestro corazón -recordemos que en las Escrituras este es el centro de control de todo el proyecto humano-. En el corazón residen las motivaciones, los valores, las actitudes, los prejuicios, los paradigmas que determinan cómo entendemos la vida y cómo la afrontamos. Y dado el carácter engañoso y falso del corazón humano necesitamos que alguien confronte todo eso para asegurarnos que estamos alineados con Dios y su voluntad y no engañándonos a nosotros mismos.
Necesitamos, pues, pasar tiempo expuestos a la Palabra. Lamentablemente, una estadística a nivel mundial que leía ayer indicaba que la persona promedio pasa 4 horas y 37 minutos enganchado a su teléfono móvil. Como un celebre pensador cristiano dijo, las redes sociales han sido permitidas por Dios para desmontar la falacia de que no tenemos tiempo para estar en contacto con su Palabra.
Tal vez es tiempo para dejar tus redes y seguirlo.