A ver si aprendéis lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. (Mateo 9:13)
No importa en qué país estés ni a que denominación pertenezca la iglesia; el culto acostumbra a ser muy similar; cantar -lo que parece ser la única expresión posible de adoración y alabanza-, la Santa Cena o comunión dependiendo de tu tradición y, naturalmente, el sermón. Al margen del empobrecimiento de nuestras liturgias, lo cual sería otro tema, lo curioso y a la vez triste, es la nula o escasa mención a la misión del Señor en y para el mundo. Nuestro Dios está comprometido con el mundo, su dolor y sus necesidades y pareciera o pareciese que es más bien un ególatra cósmico necesitado de que sus seguidores canten domingo tras domingo que bueno, grande y maravilloso es. Lo cual es cierto y cualquier seguidor suyo lo afirmará.
Pero las palabras de Jesús nos dejan estupefactos; Dios no quiere sacrificios -equivalente a nuestra alabanza-, algo que va dirigido hacia Él, sino que quiere compasión o misericordia, algo que va dirigido hacia el otro, hacia los demás, hacia el prójimo. Creo que es correcto afirmar que a los ojos del Señor es más importante lo que haces con tu prójimo -comenzando por tu hogar- que lo que le cantas el domingo. La alabanza, sin la misericordia, ni te la piden ni sirve para nada.
¿Qué crees que el Señor quiere decirte con SUS palabras?