Pero tengo una queja contra ti, y es que has dejado enfriar tu primer amor. (Apocalipsis 2:4)
La iglesia de Éfeso era sana, muy sana en cuanto a su ortodoxia, así lo muestra la descripción que se hace de la misma. Sin embargo, había perdido su primer amor. Me gustaría hacer una interpretación alternativa a la que tradicionalmente se ha hecho. A menudo, esta pérdida se identifica como un enfriamiento en el fervor por el Señor. Pero ¿Y si no fuera así? ¿Y si ese amor perdido fuera el amor fraternal? ¿Y si la iglesia de Efeso alardeaba de sana doctrina pero poca misericordia y compasión entre sus miembros?
De hecho, el propio Maestro afirmó que no seríamos reconocidos por nuestra ortodoxia -algo que tiene sin cuidado a los que no conocen a Jesús y que sirve más bien para nuestras luchas intestinas y mutuas descalificaciones- sino más bien por nuestro amor -un lenguaje universal-. El apóstol Pablo afirmó, en ese pasaje que sólo usamos en las bodas, que si carezco de amor... nada soy.
¿Qué podemos aprender De la Iglesia de Éfeso? Pues tal vez a preocuparnos menos por la ortodoxia y más por el amor. ¿Cómo está tu ortodoxia, pero más importante, cómo está tu amor?