Porque del corazón proceden las malas intenciones, los asesinatos, los adulterios, las inmoralidades sexuales, los robos, las calumnias y las blasfemias.  (Mateo 15:19)

 

Nuevamente Jesús está a vueltas con el corazón. En la Biblia es el centro de control del proyecto humano. En el mismo radican nuestros valores; Ken Blanchard los define como las creencias que consideramos más importantes en la vida. De estos valores nacen nuestras actitudes, motivaciones y finalmente nuestras conductas.

 

Jesús nos indica que lo preocupante no son las conductas, sino más bien el corazón que las genera. Lo exterior, según el Maestro, sólo pone de manifiesto lo que hay en nuestro corazón y, desde esa perspectiva, es positivo porque nos ayuda a tomar conciencia del estado de este y, eventualmente a actuar.

 

Una mirada crítica, analítica, sin autojustificaciones, nos apuntará hacia aspectos de nuestro corazón que, por decirlo de algún modo, están dañados y, consecuentemente, deberíamos pararle atención, hacer algo al respecto. Sin duda, una conversación honesta y franca con Dios, si la tenemos y si le escuchamos, nos revelará cosas sobre las cuales podemos comenzar a trabajar. La Cuaresma es un buen punto para ello.