Alguien le preguntó: — ¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? Pedro lo negó diciendo:— No, no lo soy. (Juan 18:25)
Esta es la primera de las tres negaciones de Pedro ya anunciadas por Jesús y que sumieron al apóstol en una profunda tristeza y vergüenza. Pero al leer esta pasaje del evangelio de Juan he pensado en todas las veces que negamos a Jesús en nuestra vida cotidiana. Sin duda, lo hacemos cuando en situaciones públicas no nos identificamos como seguidores de Jesús por miedo -sea real o no- a las consecuencias que ello pudiera tener. Pero también cuando optamos por seguir los principios, prioridades o valores de nuestra sociedad en vez de seguir los suyos. Negamos al Maestro, en definitiva, cada vez que de forma consciente e intencional pecamos apartándonos de su voluntad. Seamos más misericordiosos con Pedro y más exigentes con nosotros mismos.