Cuando Jesús se enteró de lo sucedido, subió a una barca y se retiró de allí él solo aun lugar solitario. (Mateo 14:13)
Jesús acababa de recibir la noticia del asesinato violento de su primo Juan. Escogió estar a solas, sin nadie, para procesar lo sucedido. Me refiero sin nadie humano porque no me cabe la menor duda que el duelo y el procesar tuvieron lugar junto con el Padre.
Leer este pasaje me ha hecho recordar cuán importantes son los lugares solitarios donde podemos estar a solas con nosotros mismos y con el Señor. Esos lugares en los que se carga nuestra batería espiritual y emocional para poder continuar siendo en el mundo roto agentes de restauración y reconciliación.
Afirmo que no hay ningún evento, reunión, culto o actividad que pueda compensar esa necesidad de estar conectados a solas con Dios. Conectados para ser alimentados, sanados, restaurados, equipados, reorientados, animados, afirmados y un etcétera tan largo como lo sean nuestras necesidades. Lamentablemente hemos sustituido la comunión privada por la devoción pública y esta última carece de sentido sin la primera.
¿Dónde están tus lugares solitarios?