Felices los que trabajan en favor de La Paz, porque Dios los llamará hijos suyos. (Mateo 5:9)

Una de las consecuencias dramáticas del pecado es la ruptura en las relaciones interpersonales. Recordemos el conflicto entre Adán y Eva en Génesis 3 y el brutal asesinato de Abel a manos de Caín en Génesis 4. Desde entonces la historia de la humanidad es una sucesión de episodios de conflicto, lucha y guerra.

Jesús nos enseña que aquellos que buscan la paz son identificados como hijos de Dios. Un seguidor del Maestro, si auténticamente lo es, está intencional y abiertamente comprometido con buscar la paz en todos los ámbitos donde su mueve, la familia, la iglesia, la comunidad, el trabajo, el lugar de estudios, etc. Porque cuando buscamos la paz nos estamos alineando con Dios quien busca reconciliar todas las cosas por medio de Cristo. Consecuentemente, no es hijo del Señor el que tiene la doctrina correcta con respecto a la paz, sino aquel que con mayor o menor éxito está comprometido con buscarla.

¿Contribuyes a la paz o, contrariamente, estás en el bando de los que generan y/o ahondan en los conflictos? ¿Qué situaciones hay a tu alrededor en las que debes buscar paz?