No hay ningún mandamiento mayor que estos. (Marcos 12:31)
Son palabras de Jesús referidas a su declaración de que el amor a Dios y al prójimo es la esencia de ser un seguidor suyo. Los seres humanos tenemos cierta tendencia a convertir en complejo lo simple. A perdernos en las formas y olvidar las funciones. A convertir lo secundario en primario y al revés. Amar al Señor y a nuestro prójimo es lo básico, lo esencial, el resto es accesorio y se dará si mantenemos primero lo primero.
Por eso vale la pena definir qué significan ambas cosas. Amar a Dios, como el propio Jesús indica, es guardar, cumplir y obedecer sus mandamientos; preceptos que la propia Escritura indica que no son gravosos ni están lejos de nuestro alcance. Amar al prójimo no tiene nada que ver con emociones, es más bien un acto consciente e intencional de la voluntad de buscar del otro. Como bien diría el refrán castellano: "obras son amores y no buenas razones".
¿Cuán evidente es en tu vida lo básico del seguimiento del Maestro?