Y por medio de Él [Cristo] reconciliar consigo todos los seres: los que están en la tierra y los que están en el cielo, realizando así la paz mediante la muerte de Cristo en la cruz. (Colosenses 1:20)

Si el pecado rompió la relación del ser humano con Dios, convirtiéndonos en enemigos suyos; la muerte de Jesús en la cruz le permite al Señor reconciliarnos consigo mismo. Reconciliar es lograr la paz entre dos partes enfrentadas y no es infrecuente que una de ellas deba de pagar un alto precio para poder hacer posible esa reconciliación.

Pablo sigue desarrollando el pasaje e indica que nosotros mismos, los que somos seguidores de Jesús, hemos sido los primeros beneficiarios de este ministerio de reconciliación al pasar de la categoría de enemigos a la de hijos. 

Pero, en una enseñanza paralela (2 Corintios 5) nos indica que el Señor nos ha llamado también a nosotros a participar con Él y con Jesús en este ministerio de la reconciliación, invitando a las personas a que se reconcilien con Él, pero también buscando nuestra propia reconciliación con otros y de las personas entre sí. Porque alguien que reconcilia es un pacificador y éstos serán llamados hijos de Dios.

¿Quién hay en tu entorno con quien deberías reconciliarte o favorecer una reconciliación?