¿Acaso hay Dios fuera de mí? Yo no conozco ninguna otra roca. (Isaías 44:8)
Este es el famoso grito del pintor Munch que refleja la ansiedad y la angustia del ser humano. Puedo entenderlo enteramente porque si Dios no existe ¿Qué nos queda? Si no creemos que un día su Reino vendrá y su voluntad se hará en esta miserable tierra del mismo modo que se hace en el cielo ¿Qué sentido tiene vivir con carencia de esperanza? ¿Arreglarán este mundo los mismos políticos que lo han echado a perder? ¿Los mismos seres humanos que en cuanto dejamos nuestra condición de víctimas nos convertimos en verdugos?
Si Dios no existe sólo nos queda el darwinismo social puro y duro, la supervivencia del más fuerte tal y como indica la evolución. Si Dios no existe sólo nos queda el sálvese quien pueda y tonto el último. Si Dios no existe, como muy bien dice el pasaje bíblico, comamos y bebamos porque mañana moriremos.
El problema más grande, sin embargo, es cuando aquellos que creemos en Jesús vivimos como si no existiera y su mensaje trajera esperanza.