Por lo demás hermanos, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo que es amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4:8)

Se afirma que las personas tenemos un promedio de 60.000 pensamientos al día. Además, la inmensa mayoría de ellos son involuntarios -es decir, no decidimos tenerlos sino que vienen espontáneamente- y repetitivos. Para colmo, muchos de ellos son negativos.

Martín Lutero, el reformador alemán del siglo XVI afirmaba, refiriéndose a los pensamientos, que no podemos evitar que los pájaros revoloteen sobre nuestras cabezas, pero sí que planten sus nidos en ellas. Dada la naturaleza de los pensamientos no podemos evitar que vengan a nuestras mentes, no podemos dejar de pensar; pero sí podemos evitar que arraiguen en nosotros. En psicología se recomienda que cuando aparezca un pensamiento negativo se sustituye por otro que nos genere bienestar.

Pues precisamente eso es lo que nos propone el apóstol Pablo hace ya 2000 años. Reconoce el pensamiento negativo y sustituye el mismo con un pensamiento positivo sacado de la Palabra del Señor o bien de las muchas cosas buenas que todavía hay en el mundo. Si lo haces de manera continuada iras desarrollando musculatura emocional que te permitirá de forma cada vez más natural y fácil gestionar la batalla de la mente.