Conozco tu comportamiento; no eres ni frío ni caliente, y más te valiera ser una cosa o la otra, ¡Pero sólo eres tibio!... y por eso voy a vomitarte de mi boca. (Apocalipsis 3:15)
Cuando hoy temprano en la mañana leía este pasaje me preguntaba qué significaría en mi vida ser tibio. Es fácil desviar la mirada hacia otros y verlos como tibios. Hacer esto es de gran ayuda pues no es preciso mirarse a uno mismo. Varias cosas vinieron a mi mente; lo relacioné con los pecados de omisión. Ciertamente no soy un pecador empedernido, no soy de los que hace el mal, más bien soy de los que pudiendo hacer el bien no lo hacen (creo que así me calificaría Santiago, el hermano de Jesús). Soy aceptablemente moral, me abstengo del mal en la medida de lo posible. El problema es que también me abstengo del bien.
También lo relacioné con la involucración en la misión, en la construcción del Reino de Dios, en ser un agente de restauración y reconciliación. De nuevo es la omisión lo que probablemente me define. No siempre -tal vez por cansancio, porque la vida es compleja, porque fallan las fuerzas- estoy siendo lo intencional y proactivo que podría y debería ser en la misión.
Y para ti ¿Qué significa ser tibio?