habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos y revestido del nuevo. Éste, conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno. (Colosenses 3:9-10)
Los milagros no existen en el proceso de parecernos más y más a Cristo y que su carácter se vaya formando más y más en nosotros. Así que si estás esperando un milagro, una intervención sobrenatural que te haga maduro, sigue esperando. Ahora bien sería mejor si el tiempo de esperas lo usas de forma intencional en trabajar en tu vida ese carácter que esperas que, simplemente pase.
No conozco ni un solo caso en el N.T. en que Jesús le cambiara el carácter a alguien de forma radical, instantánea, milagrosa. Recuerdo muchas sanciones, liberaciones, resurrecciones, alimentaciones, pero, milagros que hacían a una persona madura de un día para otro ¡Ni uno solo! Tampoco en ninguna de las cartas apostólicas y anónimas.
¿Qué quiero decir? Que Dios trabaja con procesos. Por eso el pasaje que encabeza esta entrada y que se entendería mejor si la traducción hiciera más honor al original griego. Pablo viene a decir: despojándoos de forma constante del hombre viejo y revistiéndoos de forma constante del nuevo. El apóstol no habla de algo que sucede en un momento dado, sino un proceso que dura toda la vida. Juan, el apóstol, lo resume perfectamente cuando afirma que algún día seremos semejantes a Él. Ese día el proceso habrá acabado.