Jesús les dijo: Venid aparte conmigo. Vamos a descansar un poco en algún lugar solitario. (Marcos 6:31)
Para muchos de nosotros la vida es tremendamente demandante, llena de responsabilidades, expectativas, actividades y compromisos. Una vida que, en ocasiones, parece que te lleve en vez de que uno la viva. No sólo nos pasa a nosotros. Este pasaje del evangelio nos dice que las demandas sobre el Maestro y sus discípulos eran tantas que no tenían ni tiempo para comer. Pero, también vemos que Él luchaba y es esforzaba por buscar esos lugares solitarios.
El lugar solitario además de un espacio físico lo veo como un concepto. Como esa necesidad de pararse para estar a solas con Dios, para hablar con Él, para descargarnos, para renovar las fuerzas y volver a recuperar la perspectiva. Como indicaba antes, puede tratarse de un espacio físico fuera de la casa, un lugar donde alejarse de la vorágine para encontrarnos con el Señor. Pero también puede ser un pequeño espacio en el hogar que se convierte en un santuario donde ritualmente encontrarnos con nuestro Creador. Si lo ves como concepto y no como espacio, entonces cada uno de nosotros podrá discernir cuál es el mejor modo de llevarlo a cabo. Lo que si que es cierto, y así nos lo enseña el Maestro, es que los espacios solitarios hay que buscarlos y protegerlos de forma intencional, porque la vida hará todo lo que esté a su alcance para que podamos tenerlos.
¿Cuál es tu lugar solitario?