Estamos ciertos de que conocemos a Dios si cumplimos sus mandamientos. Quien dice: "Yo le conozco", pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y está lejos de la verdad. (1 Juan 1: 3-4)

Hay dos grandes errores cuando hablamos de conocer a Dios. Por un lado están aquellos que consideran que conocer a Dios equivale a saber, tener información acerca de Él. Acumulan información que, a menudo, usan contra otros para poner de manifiesto cuán conocedores son de Dios.

En el otro extremo están aquello que consideran que el conocimiento del Señor equivale a tener experiencias emocionales de tipo religioso. Cuanto más fuerte y emotiva es la experiencia más se supone que uno conoce al Señor y, también con demasiada frecuencia, más se mira con superioridad a aquellos pobres que no experimentan aquello que ellos experimentan.

Con todos mis respetos ninguna de las dos concepciones son bíblicas. El apóstol lo expresa con meridiana claridad, la única prueba irrefutable de que conocemos al Señor es que estamos obedeciendo sus mandamientos. Ni la información ni la experiencia pueden suplir la carencia de obediencia. El que considera que conoce al Señor al margen de la obediencia es, son palabras de Juan- un mentiroso total y absoluto.

No digo que la información o la experiencia emocional sean malas, sólo afirmo que no son garantías del conocimiento del Señor.