Luego el rey ordenó al sumo sacerdote... que sacasen del templo todos los objetos dedicados a Baal, a Astarté y a todos los astros celestes; los hizo quemar fuera de Jerusalén (2 Reyes 23:4)
El capítulo 23 del segundo libro de los Reyes describe la mayor reforma religiosa llevada a cabo en la historia de Israel encabezada por el rey Josías, sin duda, un monarca que en su calidad espiritual puede ser comparado con el mismísimo David.
Al leerlo me preguntaba qué aplicación puede tener para mi vida personal. Josías limpió el templo de todo rastro de idolatría. Mi cuerpo, mi vida, como enseña el Nuevo Testamento, es el templo del Espíritu Santo De Dios y, por tanto, debo de limpiarlo de toda contaminación, he de eliminar otros dioses que compiten por mi lealtad y que me prometen bendición y felicidad. Yo, ya los he identificado y estoy en el proceso de barrerlos fuera.
¿Cuáles son los tuyos?