Me he alegrado sobremanera al comprobar que bastantes de tus hijos viven conforme a la verdad según el mandamiento del Padre (2 Juan: 4)
Lo que determina la certeza de nuestro seguimiento del Maestro no es lo que creo sino más bien cómo vivo. Afirmar esto no es una barbaridad. Santiago, el hermano de Jesús, ya lo indicó cuando afirmó que también los diablos creen y tiemblan. Con toda probabilidad tienen una teología mucho más precisa que la nuestra ya que tienen más conocimiento que nosotros.
Siento que necesitamos enfatizar más y más que ser un buen seguidor de Jesús implica necesariamente que cada día nos vamos pareciendo más y más a Él. Que nuestros valores, prioridades, relaciones, reacciones, carácter y un largo etcétera cada vez son más similares a los del Jesús mostrado en los evangelios. Y esto es un proceso que durará toda la vida. Un proceso que sólo alcanzará su plenitud cuando estemos en la presencia del Señor y, tal y como afirma el apóstol Juan, entonces, y sólo entonces, seremos semejantes a Él. Mientras tanto debemos esforzarnos y asegurarnos que cada día nos parecemos más a nuestro Maestro.