Aparta tu rostro de mis pecados, borra todas mis culpas. (Salmo 51:11)

Perdono pero no olvido. Es una frase que todos hemos oído e incluso hemos dicho. Podemos perdonar pero llevamos un registro de las ofensas que se nos han hecho y, no sin razón, las mismas pueden condicionar nuestra relación con la persona perdonada. Podemos pensar que Dios es como nosotros, que cuando confesamos nuestros pecados si, los perdona, pero mantiene un registro detallado de cada uno de nosotros, del mismo modo que la justicia tiene nuestros antecedentes penales. 

Pero no es así, la Biblia afirma que: "Yo, soy yo quien borra tus crímenes y decido no acordarme de tus pecados." (Isaías 43:5) El Señor, no sólo borra el pecado, sino que también destruye todos los registros; en la práctica es como si nunca hubieras cometido ese pecado. Es como si todo en tu relación con Él comenzara de cero, sin deudas, ni antecedentes, ni registro en contra tuya.

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