Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Así seréis verdaderamente hijos de vuestro Padre que está en los cielos, pues él hace que el sol salga sobre malos y buenos y envía la lluvia sobre justos e injustos. Porque si solamente amáis a los que os aman, ¿qué recompensa podéis esperar? ¡Eso lo hacen también los recaudadores de impuestos! (Lucas 5:44-46)
El modo de Dios es un modo inclusivo, sin acepción de ningún tipo de personas. Jesús utiliza dos figuras que son clave para la supervivencia humana, la luz del sol y el agua. No podríamos vivir sin ninguna de ellas. El Señor, a pesar de que como género humano hemos decidido apartarnos de Él y vivir en indiferencia o franca rebeldía contra su voluntad, continúa bendiciendo a la humanidad ¿Qué otra cosa podría hacer? Él continúa amando a la humanidad y, consecuentemente, proveyendo por ella en muchas maneras.
Si estamos llamados a ser de bendición, tal y como vimos en el anterior post, podemos encontrar motivación e inspiración en el ejemplo de nuestro Padre y, consecuentemente, debemos hacer el bien a todo aquel que está a nuestro alcance, sin tener en cuenta su mérito y lo ausencia del mismo. Dios no discrimina a la hora de bendecir, nosotros tampoco deberíamos hacerlo.
¿Discriminas tú? ¿Qué criterios usas para bendecir?