Pues la sabiduría entrará en tu mente y el saber se te hará atractivo; la sensatez cuidará de ti y la prudencia te protegerá; te apartará del mal camino y de quienes hablan con maldad; de los que abandonan los senderos rectos y andan por caminos sombríos; de los que disfrutan haciendo el mal y gozan de la perversión; de los que siguen senderos tortuosos y caminos extraviados. (Proverbios 2: 10-15)
El principio que el capítulo primero de Proverbios nos enseñaba es que la capacidad de ordenar la vida -la sabiduría en el vocabulario bíblico- viene como consecuencia del respeto del Señor y sus directrices vitales.
En el capítulo segundo se nos habla en extensión de algunos de los beneficios prácticos de la sabiduría. Fundamentalmente podemos agruparlos en dos grandes categorías, los beneficios que protegerán nuestra vida del mal y los que nos darán criterios para escoger nuestras relaciones interpersonales. Ambas cosas son eminentemente prácticas porque nos pasamos la vida tomando decisiones acerca de qué hacer y con quién relacionarnos, y para la toma de estas decisiones siempre estamos usando criterios y si no son aquellos que vienen del Señor serán los que vienen de la cultura y la sociedad.
¿Qué criterios usas para organizar tu proyecto de vida? ¿De dónde provienen?