Que nuestros hermanos aprendan a ser los primeros en la práctica del bien, ayudando en las necesidades más apremiantes, para que no sea su vida como un árbol sin frutos. (Tito 3:14)
Pablo podría decirlo más fuerte pero no más claro: una vida en la que no se práctica del bien es como un árbol sin frutos. No es difícil asociar esta declaración con la del propio Jesús: por sus frutos los conoceréis. Quien práctica del bien que está a su alcance, es decir, quien ayuda a cubrir las necesidades que hay en su entorno, sean estas espirituales, emocionales, físicas, intelectuales, sociales y otras que podamos imaginar, está alineado con el carácter del Señor, es fiel a sus expectativas, evidencia la realidad de su fe y bendice al mundo de parte de Dios. El resto, como diría el propio Pablo son controversias estúpidas.