Es esta una palabra digna de crédito y quiero también tú insistas con tesón en ella para que, cuantos creen en Dios, se apliquen con entusiasmo a la práctica del bien. Esto es bueno y útil para todos. (Tito 3:8)

La carta a Tito es muy corta, tan sólo tres breves capítulos, sin embargo en todos ellos aparece un énfasis, la práctica del bien por parte de aquello que se consideran seguidores de Jesús. Para Pablo no es algo opcional, es más bien, algo fundacional. Lo es en el sentido en que una y otra vez en las Escrituras se nos indica que el carácter del Señor es orientado hacia bendecir a la humanidad, incluso a la humanidad caída. Lo es porque también forma parte del propósito para el cual hemos sido salvados, rescatados, redimidos. Lo es porque de esa manera nos unimos al Señor en su trabajo de restauración y reconciliación.

Lo que me gusta en este pasaje de Tito es el matiz acerca de cómo hemos de llevar a cabo el bien ¡con entusiasmo! El diccionario de la RAE lo define de esta manera: El entusiasmo es una exaltación del ánimo por algo que lo cautive. Se nombra con una voz usada en la Grecia antigua; es palabra compuesta de otras tres: «en», «theou» y «asthma», que significan juntas «soplo interior de Dios». El Diccionario de la lengua española lo define como: Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño.

Vamos, que uno no hace el bien de mala gana y arrastrando los pies, antes al contrario, lo hace con la alegría de estar uniéndose al Señor en su plan de bendecir al mundo. Por cierto, si estás en Barcelona y quieres colaborar con gente que es intencional en hacer bien al más necesitado visita su página web y anímate a servir: www.agapemas.com