Y no me hago la ilusión, hermanos, de haberlo ya conseguido; pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia adelante en busca de la meta, trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús nos llama desde lo alto. (Filipenses 3:13-14)

las carreras de velocidad, por ejemplo los cien metros lisos, exigen mucha potencia pero no demandan excesiva resistencia. En 10 ó 12 segundos se acabó. Las carreras de largas distancias o fondo exigen exactamente lo contrario, mucha resistencia y poca potencia. Has de correr por tres o cuatro horas (si no eres un corredor de élite) y eso significa dosificar el esfuerzo físico y mental. Creo que los versículos de Pablo se ajustan más a una carrera de fondo que a una de velocidad. Además, está en línea con lo que enseñó Jesús, tomar la cruz cada día, una detrás del otro.

Sospecho de la espiritualidad que fomenta las experiencias extraordinarias por encima de las rutinas santas de la vida cotidiana. La que se centra en los domingos pero deja al margen el resto de la semana. La que disocia lo que pasa en el local de reuniones de lo que pasa en el centro de trabajo. Sospecho de la búsqueda de experiencias milagrosas que nos eviten el esfuerzo del seguimiento diario del Maestro y la práctica de las disciplinas espirituales. Sospecho de la espiritualidad que se centra en que Dios satisfaga mis necesidades en vez de que me use para satisfacer las de otros.

¿Cuán conscientes eres de que la vida cristiana es una maratón y cuán preparado estás?