Puedo estar equivocado, pero pienso que la búsqueda de seguridad es una de las cosas que nos preocupa a todas las personas, sin duda en distinto grado y también con diferente intensidad según las épocas y circunstancias de la vida. Todos nosotros gastamos una gran cantidad de energía mental, física, emocional y me atrevería a decir también espiritual en intentar tener bajo control cuantas más áreas o factores de nuestra vida como nos sean posible.
Esta necesidad de control va vinculada a una necesidad aún más profunda, la de seguridad. Me atrevería a decir que control y seguridad van unidas de la mano por la calle o que son dos partes de la misma realidad, dos caras de la misma moneda. Cuando nos proyectamos en el futuro podemos ver -salvo que provengamos de una familia millonaria- una gran cantidad de variables que están fuera de nuestro control, por ejemplo, cómo evolucionará la economía, qué sucederá con nuestros trabajos, de qué modo cubriremos nuestras necesidades cuando estemos jubilados, qué sucederá con el sistema público de pensiones y con la sanidad.
Podemos tratar de blindarnos ante estas incertezas con planes privados de pensiones, emprendiendo negocios, ahorrando al máximo y todo aquello que, desde nuestra perspectiva, nos provea de seguridad. Sin embargo, no podemos blindar nuestra salud, las decisiones que tomen nuestros hijos o nuestros padres, el impacto que otros tengan sobre nosotros ¡Demasiadas variables a controlar y demasiadas fuera de nuestro control y alcance!