Precisamente por eso, Cristo es el mediador de una nueva alianza. Con su muerte ha obtenido el perdón de los pecados. (Hebreos 9:15)

Muchos seguidores de Jesús no conocen o entienden la diferencia entre culpa y vergüenza, consecuentemente, viven experimentando ambos estados emocionales que les privan del gozo de la vida y la relación con el Señor. Entender la diferencia entre ambas es muy importante. También lo es el darnos cuenta de qué modo el trabajo hecho por Jesús nos libra de ambas realidades.

La culpa es el sentimiento que experimentamos cuando hemos hecho algo que sabemos que está mal. Es decir, por lo general está ligado a situaciones, acciones u omisiones específicas. Podríamos usar la frase: Esto que he hecho está mal. 

La vergüenza, por el contrario, es una emoción más profunda que ataca nuestro valor y dignidad como personas; puede hacer que nos sintamos defectuosos e indignos de ser amados.

Si usáramos una analogía podríamos afirmar que la culpa es como una tormenta, incluso una tormenta violenta que, sin embargo, pasa y nos puede ayudar a implementar cambios en nuestras vidas por medio del arrepentimiento y el aprendizaje. Contrariamente, la vergüenza sería como una niebla persistente y densa que nos impide ver nuestro propio sentido de valor y dignidad como seres humanos.

Entendida la diferencia es súper importante que nosotros, como seguidores de Jesús, sepamos de qué forma la muerte de Jesús nos libera de ambas cosas, la culpa y la vergüenza. 

¿Qué experimentas en tu vida, culpa, vergüenza o ambas?