La lectura de la Palabra.
Cada día –después o al mismo tiempo que tomo mi café- dedico un tiempo para la lectura de la Palabra. No necesariamente ha de ser una gran porción de la Escritura, puede ser un capítulo o simplemente un fragmento. Pero haciéndolo expreso mi deseo que ella esté presente en mi vida, en mi mente, en lo que haré o dejaré de hacer. Hay días en que la Biblia me habla con una gran intensidad, otros días es más rutinario, no cada jornada es espectacular, sin embargo, la Palabra va calando en mi mente, en mi forma de pensar y me va moldeando y cambiando y acumula un poso que, en su momento, el Espíritu Santo puede usar en mi vida cotidiana.
Mi diario de reflexión.
Hace años que aprendí que aquello que escribo queda más mar-
cado en mi vida. Consecuentemente, comencé un diario de reflexiones. En mi caso no se trata de algo intimista, simplemente plasmo por escrito lo más significativo que el Señor me ha enseñado por medio de la lectura diaria de su Palabra. (http://misreflexionessobrelabiblia.blogspot.com.es) Lo publico, pero no escribo para los demás, escribo simplemente para mí, pero publicarlo me ha ayudado a arraigar en mivida el hábito de pensar qué quiere enseñarme el Señor por medio del pasaje que ese día estoy leyendo y meditando.