El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: María, su madre, estaba prometida en matrimonio a José; pero antes de convivir con él quedó embarazada por la acción del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo, no quiso denunciarla públicamente, sino que decidió separarse de ella de una manera discreta. (Mateo 1:18-19 BLP)
Según el diccionario un donnadie (debe escribirse todo junto, no como dos palabras) es una persona insignificante, con escasa influencia y valía. Eso eran José y María, el equivalente a dos adolescentes en nuestras categorías actuales teniendo en cuenta, la escasa esperanza de vida en aquella época y que las personas se casaban tan pronto como eran fértiles para reproducirse.
Dos personas totalmente anónimas que no pertenecían a ninguno de los estamentos importantes de la sociedad de la que formaban parte. Ni estaban en el bando de los colaboracionistas ni tampoco en el de la oposición abierta a la ocupación romana. Ni saduceos ni fariseos. No eran pobres de solemnidad ni ricos; ciertos medios económicos debían tener para poderse trasladar a Egipto y poseer un pequeño negocio familiar. Clase media baja si este concepto contemporáneo pudiera ser trasladado a categorías del siglo I. En resumen, unos donnadies sin ninguna relevancia e influencia en su sociedad.
Pero donnadies son el tipo de personas que Dios acostumbra a usar. Personas que, en la mayoría de las ocasiones, lo único que tienen es su disponibilidad -no exenta de dudas y contradicciones- para dejarse utilizar por el Señor. Gente que para los poderes económicos, políticos, sociales y religiosos no cuentan ni son relevantes ni significativos, pero que para Dios son imprescindibles para que sus planes puedan llevarse a cabo. Porque, como dice el apóstol Pablo, el Señor escoge lo que la sociedad desecha.
La cultura cristiana, tanto evangélica como católica, ha creado castas de personas “especiales”; los pastores y sacerdotes, los grandes predicadores, apóstoles, profetas, salmistas, etc., etc. Que brillan en el universo religioso y nos relegan a todos los demás a ser meramente comparsas sin ningún tipo de protagonismo en la construcción del Reino de Dios que queda en las manos de estos especialistas, una flagrante contradicción con lo que nos enseña Jesús desde el principio, con su nacimiento.
No podemos ni debemos permitir el ser relegados en nuestro derecho a formar parte de la construcción del Reino allí donde el Señor nos ha colocado, en nuestros trabajos, familias, escuelas, industrias, etc., porque somos los donnadies con disponibilidad las personas que Él desea y puede usar.
REFLEXIÓN
¿Por qué escoger donnadies en vez de personas con influencia estratégica?
¿Por qué es importante la disponibilidad para ser usado por Dios?
¿Cómo puedes romper el paradigma que nos lleva a pensar que el Reino lo construyen los profesionales?
¿Qué sientes de parte de Dios que deberías hacer con esta información?