A uno que alardeaban de su propia rectitud y despreciaban a todos los demás. Jesús les contó esta parábola. (Lucas 18:9)
El Señor les explicó la parábola del fariseo y el publicano. Es bien conocida y si no te acuerdas de los detalles puedes leer los versículos que siguen al texto de hoy.
Sin duda, yo estoy en ese grupo descrito por Jesús. Hace años que hay un fariseo súper potente que vive en mí, orgulloso de sí mismo y con una gran capacidad para despreciar a casi todo el mundo. Sin embargo, hace tan sólo unos pocos años que lo descubrí, lo desenmascaré y lo hice salir a la superficie. Desde entonces trato de gestionarlo con la ayuda de Jesús. Antes campaba a sus anchas, era segunda naturaleza, estaba tan bien camuflado que, como dije anteriormente, pasó décadas inadvertido.
Con demasiada frecuencia trata de suplantarme. Pero ahora ya no tiene el factor sorpresa a su favor. Ahora tengo conciencia y lo puedo reconocer cuando actúa o quiere actuar y, consecuentemente, lo confronto, lo reprendo, lo hablo con el Señor y lo ubico en su sitio. No siempre tengo éxito pero sigo luchando con ello.
¿Qué pasa con tu fariseo particular? ¿Lo tienes identificado? Si no lo has hecho sigue controlándote y apartándote de Dios y de los demás. Presta atención.