Yo los he enviado al mundo, como tú me enviaste a mí. (Juan 17:18)
Es un curioso movimiento de ida y vuelta. Jesús nos saca del mundo -con todas las connotaciones que ayer vimos que tiene esta palabra- para unirnos a Él; pero, una vez esta salvación se ha llevado a cabo, somos enviados de vuelta al mundo para en imitación de Jesús ser de bendición, sal y luz para el mundo. No somos enviados a juzgar ni condenar ni exhibir nuestra aparente superioridad moral, antes al contrario, lo somos a mostrar el amor, compasión, gracia y deseo del Padre de reconciliar todas las cosas con sí mismo por medio de Jesús. El mundo es, por tanto, el ambiente natural en el que un seguidor de Jesús en constante misión se mueve.
¿Qué implicaciones tiene para tu vida el ser enviado de parte De Dios al mundo?