Dichoso quien no sigue el consejo de los malvados, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en compañía de los necios se sienta. (Salmo 1:1)
El salmista nos da tres buenos criterios para evaluarnos -algo que vale la pena cuando nos acercamos al final del año-:
Primero, no seguir el consejo de los malvados. ¿Quién forma nuestra comprensión del mundo? ¿En qué fuentes bebemos que conforman nuestra comprensión de la vida? ¿Cuánto tiempo en la Palabra y cuánto en redes y plataformas?
Segundo, no transitar la senda de los pecadores. Camino y senda son sinónimos de la conducta en la vida cotidiana. ¿Cuánto de ella refleja el carácter de Jesús? ¿Cuánto los estilos de vida predominantes en nuestra sociedad?
Tercero, ni en compañía de necios se sienta. ¿Qué tipo de influencia ejerce sobre mí mis amistades? ¿Me estimulan al amor y a las buenas obras o, contrariamente, me hacen apartarme de la imitación de Jesús?
Creo que hay un clara relación porque lo que me alimenta mentalmente y la gente con quien me relaciono determinan cómo vivo.