El rey Herodes se inquietó mucho cuando llegó esto a sus oídos y lo mismo le sucedió a todos los habitantes de Jerusalén. (Mateo 2:3)

La inquietud es definida como desasosiego, desazón, falta de paz y tranquilidad. Según el texto bíblico es lo que sintió Herodes al recibir por parte de los sabios de oriente el anuncio del nacimiento del rey de los judíos. Esa noticia alteraba su estatus quo, ponía en entredicho y peligro su forma de vivir, incluso su identidad. Le generaba inseguridad.

Una de las consecuencias de la inquietud es la incapacidad para poder calmar la mente. Hay ideas que se vuelven obsesivas y no podemos dejar de pensar en ellas y sus posibles implicaciones y consecuencias. No importa si deseamos desterrarlas, se vuelven persistentes y pertinaces volviendo una y otra vez. Nada puede o debe ser igual después que hemos recibido esa información, hemos tomado conciencia de esa realidad.

Jesús debería de traer inquietud a nuestras vidas y alterar nuestro estatus quo. El Maestro habría de cuestionar nuestro estilo de vida, es decir, nuestras prioridades -lo que colocamos en primer lugar, en el centro-, nuestros valores -los no negociables-, nuestras actitudes -la postura ante cosas, situaciones y personas-, nuestras conductas -lo que hacemos u omitimos-, nuestros pensamientos -toda la actividad mental-, en definitiva toda nuestra humanidad. 

Algo no funciona bien cuando Jesús no provoca inquietud. Podría ser que lo hubiéramos domesticado, que lo hayamos puesto a nuestro servicio en vez de ponernos nosotros al suyo y al de la misión. Podría ser que mantengamos con Él una "saludable" distancia de seguridad; es decir, lo suficientemente cerca para que nos de consuelo, tranquilidad, respetabilidad, pero no tanto que nos altere nuestra burguesa forma de vivir. Podría ser que nuestra conciencia ya ha perdido la capacidad de dejarse impresionar por Jesús y su voz. En definitiva, Jesús trae y ha de traer de forma constante, una sana inquietud a nuestro estilo de vida. Una inquietud que nos lleve a cambiar, a crecer, a movernos en la dirección de ser nuestra mejor versión de nosotros mismos, de parecernos más y más a Él en nuestra manera de vivir y pensar.

¿Cuánta inquietud causa Jesús en tu vida?
¿Cuál o cuáles son las áreas en las que, si piensas bien, deberías estar inquieto?
¿Cuáles son los beneficios de la inquietud de la que hemos estado hablando?
¿Qué sientes de parte de Dios que deberías hacer?