Fue Él quien se entregó por nosotros a fin de librarnos de toda maldad y de prepararse un pueblo limpio y elegido totalmente entregado a la práctica del bien. (Tito 2:14)
Se dice que algo es épico cuando es glorioso, grandioso, extraordinario, de tremendas proporciones. Se relaciona habitualmente con grandes hazañas y contribuciones, con cosas que se salen de la normalidad.
Pero a mí me gusta pensar en la vida cotidiana como algo épico. Como una oportunidad para, de parte del Señor, hacer el bien de forma indiscriminada. Esta actitud intencional de ir por la vida la puede convertir en épica porque realmente se trata de algo grandioso, ni más ni menos que colaborar con Dios en la restauración y reconciliación de todo el universo por medio de Jesús.
Además, tal y como le escribe Pablo a su discípulo Tito, no debemos olvidar que ese el propósito para el cual hemos sido salvados y escogidos por Jesús, para que nos entregamos celosamente a la práctica del bien, a bendecir a otros de parte del Señor.
¡Vive una vida épica!