Tu palabra es una lámpara que alumbra mi camino. (Salmo 119:105)


Hoy en día es bien difícil orientarse a nivel vital en este mundo tan cambiante en el que nos ha tocado vivir. En el pasado, la sociedad y la iglesia compartían los mismos valores y, consecuentemente, todo resultaba más fácil a lo hora de tomar decisiones vitales, morales, éticas y espirituales. Hoy en día la brecha entre la sociedad y el Reino es cada vez mayor y más evidente, especialmente en los países occidentales y más secularizados. Los valores de ambos cada vez son más diferentes y con más frecuencia antagónicos. 

¿Cómo puede orientarse en tales contextos el seguidor de Jesús? ¿Dónde encontrar la brújula que nos permita distinguir el camino correcto y tomar decisiones adecuadas, acordes con el Reino, para nuestro proyecto de vida? Bien. Dios ha puesto a nuestra disposición dos grandes medios: La Palabra y el Espíritu Santo. Cualquier lector de estas líneas estará de acuerdo con el hecho de que en la Biblia podemos encontrar esa orientación, esos principios, esos valores, esa sabiduría para discernir en un mundo cada vez más confuso. Pero creerlo a nivel intelectual no significa que lo tengamos incorporado a nivel vital. Si no pasas tiempo en la lectura de la Palabra, eso significa que no te lo crees de verdad; puede que sea una creencia, pero no una convicción. Las primeras sólo radican en nuestra mente, las segundas nos llevan a la acción. Cuanto más se complique la sociedad, y no parará de hacerlo, más nos veremos en la necesidad de luz para tomar decisiones. Esa luz sólo puede venir del exterior -el entorno social- o del interior -la Palabra accionada por el Espíritu-.


¿De dónde viene tu luz? ¿Cómo te orientas en esta sociedad tan convulsa?


Tu palabra es una lámpara que alumbra mi camino. (Salmo 119:105)


Hoy en día es bien difícil orientarse a nivel vital en este mundo tan cambiante en el que nos ha tocado vivir. En el pasado, la sociedad y la iglesia compartían los mismos valores y, consecuentemente, todo resultaba más fácil a lo hora de tomar decisiones vitales, morales, éticas y espirituales. Hoy en día la brecha entre la sociedad y el Reino es cada vez mayor y más evidente, especialmente en los países occidentales y más secularizados. Los valores de ambos cada vez son más diferentes y con más frecuencia antagónicos. 

¿Cómo puede orientarse en tales contextos el seguidor de Jesús? ¿Dónde encontrar la brújula que nos permita distinguir el camino correcto y tomar decisiones adecuadas, acordes con el Reino, para nuestro proyecto de vida? Bien. Dios ha puesto a nuestra disposición dos grandes medios: La Palabra y el Espíritu Santo. Cualquier lector de estas líneas estará de acuerdo con el hecho de que en la Biblia podemos encontrar esa orientación, esos principios, esos valores, esa sabiduría para discernir en un mundo cada vez más confuso. Pero creerlo a nivel intelectual no significa que lo tengamos incorporado a nivel vital. Si no pasas tiempo en la lectura de la Palabra, eso significa que no te lo crees de verdad; puede que sea una creencia, pero no una convicción. Las primeras sólo radican en nuestra mente, las segundas nos llevan a la acción. Cuanto más se complique la sociedad, y no parará de hacerlo, más nos veremos en la necesidad de luz para tomar decisiones. Esa luz sólo puede venir del exterior -el entorno social- o del interior -la Palabra accionada por el Espíritu-.


¿De dónde viene tu luz? ¿Cómo te orientas en esta sociedad tan convulsa?


Tu palabra es una lámpara que alumbra mi camino. (Salmo 119:105)


Hoy en día es bien difícil orientarse a nivel vital en este mundo tan cambiante en el que nos ha tocado vivir. En el pasado, la sociedad y la iglesia compartían los mismos valores y, consecuentemente, todo resultaba más fácil a lo hora de tomar decisiones vitales, morales, éticas y espirituales. Hoy en día la brecha entre la sociedad y el Reino es cada vez mayor y más evidente, especialmente en los países occidentales y más secularizados. Los valores de ambos cada vez son más diferentes y con más frecuencia antagónicos. 

¿Cómo puede orientarse en tales contextos el seguidor de Jesús? ¿Dónde encontrar la brújula que nos permita distinguir el camino correcto y tomar decisiones adecuadas, acordes con el Reino, para nuestro proyecto de vida? Bien. Dios ha puesto a nuestra disposición dos grandes medios: La Palabra y el Espíritu Santo. Cualquier lector de estas líneas estará de acuerdo con el hecho de que en la Biblia podemos encontrar esa orientación, esos principios, esos valores, esa sabiduría para discernir en un mundo cada vez más confuso. Pero creerlo a nivel intelectual no significa que lo tengamos incorporado a nivel vital. Si no pasas tiempo en la lectura de la Palabra, eso significa que no te lo crees de verdad; puede que sea una creencia, pero no una convicción. Las primeras sólo radican en nuestra mente, las segundas nos llevan a la acción. Cuanto más se complique la sociedad, y no parará de hacerlo, más nos veremos en la necesidad de luz para tomar decisiones. Esa luz sólo puede venir del exterior -el entorno social- o del interior -la Palabra accionada por el Espíritu-.


¿De dónde viene tu luz? ¿Cómo te orientas en esta sociedad tan convulsa?


Tu palabra es una lámpara que alumbra mi camino. (Salmo 119:105)


Hoy en día es bien difícil orientarse a nivel vital en este mundo tan cambiante en el que nos ha tocado vivir. En el pasado, la sociedad y la iglesia compartían los mismos valores y, consecuentemente, todo resultaba más fácil a lo hora de tomar decisiones vitales, morales, éticas y espirituales. Hoy en día la brecha entre la sociedad y el Reino es cada vez mayor y más evidente, especialmente en los países occidentales y más secularizados. Los valores de ambos cada vez son más diferentes y con más frecuencia antagónicos. 

¿Cómo puede orientarse en tales contextos el seguidor de Jesús? ¿Dónde encontrar la brújula que nos permita distinguir el camino correcto y tomar decisiones adecuadas, acordes con el Reino, para nuestro proyecto de vida? Bien. Dios ha puesto a nuestra disposición dos grandes medios: La Palabra y el Espíritu Santo. Cualquier lector de estas líneas estará de acuerdo con el hecho de que en la Biblia podemos encontrar esa orientación, esos principios, esos valores, esa sabiduría para discernir en un mundo cada vez más confuso. Pero creerlo a nivel intelectual no significa que lo tengamos incorporado a nivel vital. Si no pasas tiempo en la lectura de la Palabra, eso significa que no te lo crees de verdad; puede que sea una creencia, pero no una convicción. Las primeras sólo radican en nuestra mente, las segundas nos llevan a la acción. Cuanto más se complique la sociedad, y no parará de hacerlo, más nos veremos en la necesidad de luz para tomar decisiones. Esa luz sólo puede venir del exterior -el entorno social- o del interior -la Palabra accionada por el Espíritu-.


¿De dónde viene tu luz? ¿Cómo te orientas en esta sociedad tan convulsa?