Jesús se quedó admirado... y dijo a los que le seguían: Os aseguro que no he encontrado en Israel a nadie con una fe tan grande como esta. (Mateo 8:10)

Es preciso ponerse en contexto para darle todo su valor a esta afirmación de Jesús. Sus palabras hacen referencia a la fe de un oficial del ejército romano. Estamos hablando de una persona que no pertenecía al pueblo escogido, es más, se trataba de un miembro del ejército invasor. Sabemos por el pasaje paralelo de Lucas que había hecho construir una sinagoga pagándola de su propio bolsillo. No hay, sin embargo, referencias a que tuviera una relación significativa con Dios. En cuanto a Jesús, tan sólo había oído hablar de Él. Pero tiene unas actitudes que el Maestro alaba con la afirmación que ya hemos leído. Afirmación que, por otra parte, hará en otras ocasiones de personas no pertenecientes al pueblo.

¿Qué sucede cuando aquellos que no pertenecen al pueblo del Señor viven expresando los valores del Reino? ¿Qué sucede cuando los que afirmamos ser seguidores de Jesús contradecimos con nuestra vida esos valores o bien están totalmente ausentes en nuestra vida? ¿Quién merece el aplauso del Señor, sus palabras de aprobación y validación? Son preguntas muy importantes porque, tal y como nos enseña Mateo 25, nos podemos encontrar con muchas sorpresas el día en que tengamos que presentarnos ante Jesús.

¿Podría Jesús decir de ti estas palabras?