Juan le dijo: -Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido porque no es de los nuestros. (Juan 9:38)
"Los nuestros" conlleva una connotación de exclusividad, diferencia, superioridad y una arrogancia implícita. Implica un nosotros -los de dentro- versus otros -los de fuera de nuestro círculo- y, por tanto, si están fuera del mismo no pueden ser tan buenos, santos, espirituales y bendecidos como nosotros y, en la medida de lo posible debemos neutralizar su acción.
Nos cuesta aceptar la diversidad cuando esta se manifiesta en forma racial, cultural, social, política, de género e incluso espiritual. Preferimos la uniformidad antes que la diversidad, lo cual es extraño porque miremos donde miremos la creación del Señor es un canto a la diversidad. Así y todo nosotros preferimos el pensamiento único, que todos vean, practiquen y vivan la fe como nosotros lo hacemos. El que no se amolde, en el peor de los casos será un hereje, en el mejor alguien a mirar con precaución y cuidado. En cualquier caso, no es de los nuestros.
Esto contrasta con la actitud inclusiva del Maestro cuando les responde de forma tajante que no deben prohibir nada porque aquel que no está contra Jesús, aunque disienta de mi peculiar y sesgada forma de ver la fe, está a su favor.
¿Hasta qué punto está esta actitud presente en ti?