Y las mujeres cantaban a coro: Saúl mató a mil y David a diez mil. A Saúl no le gustó la copla y muy enfadado pensaba: a David le dan diez mil y a mí me dan mil. ¡Solo falta que lo hagan rey! Y a partir de aquel momento Saúl sintió celos de David. (1 Samuel 18:7-9)


La envidia es la tristeza o pesar por el bien ajeno. Vamos, que nos sabe mal que a otros las cosas les vayan mejor que a nosotros o, simplemente, que les vayan bien. En términos de liderazgo detrás de la envidia acostumbra a haber una identidad débil que se siente amenazada cuando otros progresan, prosperan, crecen o reciben más reconocimiento que nosotros. El caso de Saúl con David lo ilustra de forma perfecta reconocimiento --> identidad amenazada --> reacción negativa contra David.

¿Cómo reaccionamos cuando otros crecen, alcanzan mayores cotas de liderazgo, reciben más reconocimiento de parte de las personas, el centro de atención se desplaza desde nosotros hacia la estrella ascendente? ¿Cómo nos sentimos, qué sucede con nuestra identidad, qué genera esas emociones? Finalmente, ¿Qué hacemos con ellas, cómo las gestionamos?

Sin duda, Saúl no supo gestionarlas y esta sensación de amenaza no hizo sino crecer y crecer hasta que repetidamente intento matar a David y eliminarlo se convirtió en una obsesión. Lo mismo nos puede pasar, una envidia mal gestionada nos puede destruir o incitarnos a destruir a otros.

 


Y las mujeres cantaban a coro: Saúl mató a mil y David a diez mil. A Saúl no le gustó la copla y muy enfadado pensaba: a David le dan diez mil y a mí me dan mil. ¡Solo falta que lo hagan rey! Y a partir de aquel momento Saúl sintió celos de David. (1 Samuel 18:7-9)


La envidia es la tristeza o pesar por el bien ajeno. Vamos, que nos sabe mal que a otros las cosas les vayan mejor que a nosotros o, simplemente, que les vayan bien. En términos de liderazgo detrás de la envidia acostumbra a haber una identidad débil que se siente amenazada cuando otros progresan, prosperan, crecen o reciben más reconocimiento que nosotros. El caso de Saúl con David lo ilustra de forma perfecta reconocimiento --> identidad amenazada --> reacción negativa contra David.

¿Cómo reaccionamos cuando otros crecen, alcanzan mayores cotas de liderazgo, reciben más reconocimiento de parte de las personas, el centro de atención se desplaza desde nosotros hacia la estrella ascendente? ¿Cómo nos sentimos, qué sucede con nuestra identidad, qué genera esas emociones? Finalmente, ¿Qué hacemos con ellas, cómo las gestionamos?

Sin duda, Saúl no supo gestionarlas y esta sensación de amenaza no hizo sino crecer y crecer hasta que repetidamente intento matar a David y eliminarlo se convirtió en una obsesión. Lo mismo nos puede pasar, una envidia mal gestionada nos puede destruir o incitarnos a destruir a otros.

 


Y las mujeres cantaban a coro: Saúl mató a mil y David a diez mil. A Saúl no le gustó la copla y muy enfadado pensaba: a David le dan diez mil y a mí me dan mil. ¡Solo falta que lo hagan rey! Y a partir de aquel momento Saúl sintió celos de David. (1 Samuel 18:7-9)


La envidia es la tristeza o pesar por el bien ajeno. Vamos, que nos sabe mal que a otros las cosas les vayan mejor que a nosotros o, simplemente, que les vayan bien. En términos de liderazgo detrás de la envidia acostumbra a haber una identidad débil que se siente amenazada cuando otros progresan, prosperan, crecen o reciben más reconocimiento que nosotros. El caso de Saúl con David lo ilustra de forma perfecta reconocimiento --> identidad amenazada --> reacción negativa contra David.

¿Cómo reaccionamos cuando otros crecen, alcanzan mayores cotas de liderazgo, reciben más reconocimiento de parte de las personas, el centro de atención se desplaza desde nosotros hacia la estrella ascendente? ¿Cómo nos sentimos, qué sucede con nuestra identidad, qué genera esas emociones? Finalmente, ¿Qué hacemos con ellas, cómo las gestionamos?

Sin duda, Saúl no supo gestionarlas y esta sensación de amenaza no hizo sino crecer y crecer hasta que repetidamente intento matar a David y eliminarlo se convirtió en una obsesión. Lo mismo nos puede pasar, una envidia mal gestionada nos puede destruir o incitarnos a destruir a otros.