Apiádate de mí, oh Dios, por tu amor, por tu gran compasión, borra mi falta. (Salmo 51:3)

David adulteró con Betsabé, quien quedó embarazada, y después trató de cubrir su primer pecado instigando el asesinato del marido de Betsabé. El rey tuvo la suerte de ser confrontado por el profeta Natán quien, de una manera muy sutil le hizo reconocer lo que había hecho; dicho de otra manera, le dio conciencia de pecado.

Aprendo que algo -la Palabra de Dios, un sermón, una conversación, una lectura- o alguien -El Espíritu Santo, un amigo- nos ha de ayudar a afrontar la realidad del pecado en nuestras vidas. No podemos hacer nada con él hasta que no salga al superficie, no lo podemos gestionar por medio de la confesión hasta que no conocemos y reconocemos.

Y en tu caso ¿Qué conciencia de pecado tienes? ¿Qué o quién, al modo del profeta Natán te ayuda a la toma de conciencia?