El Señor es bueno y recto, Él muestra el camino a los pecadores, instruye en la justicia a los humildes, enseña a los humildes su camino. Las sendas del Señor son amor y verdad para quienes respetan su alianza y sus mandatos. Señor haciendo honor a tu nombre, perdona mi grave pecado. A quien venere al Señor Él le enseñará qué camino elegir. (Salmo 25: 8-12)


A lo largo de este salmo hay dos temas que se repiten de forma constante, la dirección y el perdón. De hecho, son dos temas  transversales en toda la Biblia; no es de extrañar, pues nadie puede vivir sin saber dónde ir y sentirse perdonado. Lo primero nos da dirección, lo segundo nos permite caminar ligeros por el camino en cuestión. La dirección aparece en el ministerio de Jesús. De hecho, al menos para mí, una de sus promesas más importantes es que sus ovejas tendremos la capacidad de escuchar su voz ¡Qué importante! La oveja, por definición, es un animal con poco cerebro, gregaria y necesitada de guía; nosotros como ovejas que somos tenemos al Buen Pastor para proporcionarnos todo aquello que precisamos en términos de guía y dirección. Además hay la promesa de que el Espíritu Santo -Jesús viviendo en nosotros de forma mística- nos guiará a toda la verdad, nos enseñará todas las cosas. La promesa del salmo es ratificada por Jesús.

El perdón, sin duda, es también central en el ministerio de Jesús. Gracias a Él y su sacrificio en la cruz nuestros pecados pasados, presentes y futuros han sido perdonados y, por tanto, ya no somos judicialmente culpables por ellos, hemos sido justificados. La confesión, tal y como nos recuerda el apóstol Juan en su primera carta, capítulo uno y versículo nueve, nos permite volver a reconstruir la relación de intimidad con el Señor cada vez que pecamos; pues si bien es cierto que el pecado no nos puede condenar, todavía puede distanciarnos e impedir que experimentemos el amor y el perdón de Dios.


Perdón y dirección ¿En qué medida estás necesitando el día de hoy estas dos realidades en tu vida? ¿Qué puedes hacer?



El Señor es bueno y recto, Él muestra el camino a los pecadores, instruye en la justicia a los humildes, enseña a los humildes su camino. Las sendas del Señor son amor y verdad para quienes respetan su alianza y sus mandatos. Señor haciendo honor a tu nombre, perdona mi grave pecado. A quien venere al Señor Él le enseñará qué camino elegir. (Salmo 25: 8-12)


A lo largo de este salmo hay dos temas que se repiten de forma constante, la dirección y el perdón. De hecho, son dos temas  transversales en toda la Biblia; no es de extrañar, pues nadie puede vivir sin saber dónde ir y sentirse perdonado. Lo primero nos da dirección, lo segundo nos permite caminar ligeros por el camino en cuestión. La dirección aparece en el ministerio de Jesús. De hecho, al menos para mí, una de sus promesas más importantes es que sus ovejas tendremos la capacidad de escuchar su voz ¡Qué importante! La oveja, por definición, es un animal con poco cerebro, gregaria y necesitada de guía; nosotros como ovejas que somos tenemos al Buen Pastor para proporcionarnos todo aquello que precisamos en términos de guía y dirección. Además hay la promesa de que el Espíritu Santo -Jesús viviendo en nosotros de forma mística- nos guiará a toda la verdad, nos enseñará todas las cosas. La promesa del salmo es ratificada por Jesús.

El perdón, sin duda, es también central en el ministerio de Jesús. Gracias a Él y su sacrificio en la cruz nuestros pecados pasados, presentes y futuros han sido perdonados y, por tanto, ya no somos judicialmente culpables por ellos, hemos sido justificados. La confesión, tal y como nos recuerda el apóstol Juan en su primera carta, capítulo uno y versículo nueve, nos permite volver a reconstruir la relación de intimidad con el Señor cada vez que pecamos; pues si bien es cierto que el pecado no nos puede condenar, todavía puede distanciarnos e impedir que experimentemos el amor y el perdón de Dios.


Perdón y dirección ¿En qué medida estás necesitando el día de hoy estas dos realidades en tu vida? ¿Qué puedes hacer?



El Señor es bueno y recto, Él muestra el camino a los pecadores, instruye en la justicia a los humildes, enseña a los humildes su camino. Las sendas del Señor son amor y verdad para quienes respetan su alianza y sus mandatos. Señor haciendo honor a tu nombre, perdona mi grave pecado. A quien venere al Señor Él le enseñará qué camino elegir. (Salmo 25: 8-12)


A lo largo de este salmo hay dos temas que se repiten de forma constante, la dirección y el perdón. De hecho, son dos temas  transversales en toda la Biblia; no es de extrañar, pues nadie puede vivir sin saber dónde ir y sentirse perdonado. Lo primero nos da dirección, lo segundo nos permite caminar ligeros por el camino en cuestión. La dirección aparece en el ministerio de Jesús. De hecho, al menos para mí, una de sus promesas más importantes es que sus ovejas tendremos la capacidad de escuchar su voz ¡Qué importante! La oveja, por definición, es un animal con poco cerebro, gregaria y necesitada de guía; nosotros como ovejas que somos tenemos al Buen Pastor para proporcionarnos todo aquello que precisamos en términos de guía y dirección. Además hay la promesa de que el Espíritu Santo -Jesús viviendo en nosotros de forma mística- nos guiará a toda la verdad, nos enseñará todas las cosas. La promesa del salmo es ratificada por Jesús.

El perdón, sin duda, es también central en el ministerio de Jesús. Gracias a Él y su sacrificio en la cruz nuestros pecados pasados, presentes y futuros han sido perdonados y, por tanto, ya no somos judicialmente culpables por ellos, hemos sido justificados. La confesión, tal y como nos recuerda el apóstol Juan en su primera carta, capítulo uno y versículo nueve, nos permite volver a reconstruir la relación de intimidad con el Señor cada vez que pecamos; pues si bien es cierto que el pecado no nos puede condenar, todavía puede distanciarnos e impedir que experimentemos el amor y el perdón de Dios.


Perdón y dirección ¿En qué medida estás necesitando el día de hoy estas dos realidades en tu vida? ¿Qué puedes hacer?