Que nadie, pues, os critique por cuestiones de comida o de bebida, ni por lo que respecta a celebraciones, novilunios o días festivos. Todo esto no es más que sombra de lo que ha de venir. La realidad es Cristo. (Colosenses 2:17-17)

El apóstol Pablo está haciendo un juego de palabras al mencionar el contraste entre la sombra que proyecta un cuerpo y el cuerpo mismo. El cuerpo es real; la sombra únicamente es una proyección del aquel, pero no debe confundirse con el mismo. 

El apóstol explica esto en el contexto de personas que estaban haciendo un énfasis desmedido y elevando a un nivel incorrecto todo lo relacionado con las prácticas religiosas. La religiosidad, en lo peor de la connotación de la palabra, se había convertido en el objetivo de su experiencia religiosa, estaban siguiendo la sombra y se habían olvidado y desviado de la realidad que era y continua siendo Jesús. 

Esto te puede pasar a ti y a mí. Podemos estar poniendo en énfasis en la cultura cristiana, en las prácticas de nuestra denominación, en nuestros prejuicios religiosos y olvidar que todo eso puede ser bueno, pero que también existe el peligro que nos lleve a confundirlo con Jesús, resultando que nuestro compromiso sea con la sombra y no con la realidad.

Exige reflexión y discernimiento el saber distinguir ambas cosas y entender dónde estamos poniendo nuestras lealtades. ¿Dónde está la tuya? ¿Cuán seguro estás de no vivir en confusión como los colosenses?