El que estaba sentado en el trono anunció: Voy a hacer nuevas todas las cosas. (Apocalipsis 21:5)
Esta es la promesa de Jesús, este es el fin hacia el que se encamina la historia, es la esperanza que todos los seguidores del Maestro anhelamos y por la cual pedimos, que su Reino venga de una vez.
Porque este mundo no es para nada aquel que Dios tuvo en mente cuando lo creó; esta humanidad no refleja esa bondad que Él afirmó inherente a todo lo que había creado. Es el resultado de nuestro pertinaz deseo e vivir al margen de Él. Hicimos caso de la falsa promesa que llegaríamos a ser dioses y nos hemos convertido en la triste realidad que somos y lo mismo hemos hecho con nuestro mundo.
Por eso no puedo sino suspirar por ese día en que, finalmente, seré semejante a Él y le veré tal y como Él es. Ese día en que como afirma la promesa todo el universo será restaurado, todas las cosas serán hechas nuevas y buenas como fueron al principio. Mientras ese esperanzador momento llega sólo podemos hacer el bien en aquellos círculos en los que nos movemos y hacer presente, en la medida de lo posible, su Reino.
¿Qué significa para ti hoy y aquí contribuir para que todas las cosas sean hechas nuevas?