No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. (Juan 15:16)
Crecí en la posguerra de nuestra contienda civil, allá por los años cincuenta del pasado siglo. Los niños vivíamos y jugábamos en la calle y el fútbol era el entretenimiento principal. Los niños nos juntábamos alrededor del afortunado en poseer una pelota y rápidamente surgían dos capitanes que escogían para sus respectivos equipos al resto de los niños. Crecer siendo sistemáticamente uno de los que nadie quería en su equipo, siendo el que nunca era elegido, el sobrante que alguno de los equipos tenía que cargar contigo y te decían claramente que procurara no molestar ya que no había nada que pudiera aportar al juego. Esto continúo después en la escuela y uno crece siendo consciente que nadie te va a elegir.
Entonces llega Jesús y decide escogerte a ti, sí, sí, justamente a ti; y tú no lo entiendes y piensas que se habrá equivocado y miras de soslayo si habrá otro detrás a quien se refiere. Pero no, sólo estas tú y Él confirmas que eres su primera elección, que ya no eres el desecho que queda y al que no hay más remedio que aguantar. Si, porque esta es mi historia, este versículo es tan significativo para mí. Gracias Jesús.