Sus discípulos le dijeron: -Ves que la gente casi te aplasta por todas partes ¿y aún preguntas quién te ha tocado? (Marcos 5:31)
A juzgar por lo que decían los discípulos decenas de personas literalmente aplastaban a Jesús en una situación de contacto físico inevitable y, con toda seguridad, molesta para el Maestro que debía ver dificultados sus movimientos hacia la casa de Jairo. Pero, entre tanto contacto humano, Él notó uno diferente, uno que hizo que saliera poder de Él; uno, como posteriormente el mismo Jesús dijo, hecho con fe.
Me ha dado mucho que pensar acerca de mí mismo. Cierto, estoy cerca de Jesús desde hace ya décadas. Familiarizado con Él y sus enseñanzas. Podría decir que formo parte de su cortejo y voy de aquí para allá con Él. Pero, ¿tengo esa misma actitud que tuvo la mujer que sufría de hemorragias? ¿Me acerco a Jesús con la misma confianza que lo hizo aquella enferma? Resulta que, lo que verdaderamente importa, no es cuán cerca uno está de Jesús, sino si existe la actitud de confianza para con Él afrontar lo natural y lo sobrenatural? Porque, como enseña el pasaje, uno puedo estar muy cerca ideológica y teológicamente del Maestro y nada pasa en nuestras vidas y, de pronto, aparece alguien lejano y su confianza en Jesús lo transforma para sorpresa nuestra.
¿Cuánto de la fe de esa mujer hay en ti y en mí?